Cuando llega la calma se agradece. Se siente que esa misteriosa sensación de vértigo pasa y nos deja en paz. Sin embargo, algo me hace creer que necesito tener el desmayo mental. Tener ese poco de temor ante lo desconocido. Hoy estoy con nuevas herramientas para enfrentar el tiempo y para mostrarme más seguro ante quienes me puedan -quizás- importar.
Mientras veo y conspiro los pensamientos de mis amigos, que por mucho luchar, aún tienen claro que no pueden encontrar el verdadero amor: ese perfecto, sin rencores ni cabilaciones. Aquel amor que nos permitirá correr descalzos por la playa y dará razones para confiar en el más insólito deseo confesionario. Ante eso, me muestro perplejo pero no escéptico. ¿Existe aquel amor o hay que conformarse con un amor relativamente parecido a las características que pedimos?
Es como un "regresa a mi". Un "pega y date la vuelta", porque el paradigma ideal está creado. Está compuesto de imaginación y vapor neuronal, pero la carne y el hueso están lejos de componerlo. ¿Cuándo se materializará? ¿Cuándo regresará a su estado natural para permitirnos ser felices y caminar por la playa de la mano?
Entre el lio político y mis dudas existenciales lo seguiré mascullando. No hay razón para creer que no existe. Pienso que lo puedo encontrar: el verdadero amor o el semi-perfecto. Para eso están las ganas y la imaginación. Al final, el guión uno lo puede cambiar sobre la marcha antes de editar la obra maestra.
Sunday, October 09, 2005
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