Frío o calor, he ahí el dilema
Me encantan los días en que no se define bien el tiempo. Hoy es uno de esos: no está ni nublado ni soleado. Las nubes se muestran esquivas entre un sol que juega el mismo plan. Quizás por esa razón me puse a pensar puras estupideces y caí en el cuento de que uno no puede definir cómo sentirse cómodo día tras día. Eso, en muchos aspectos que son inherentes a lo que pensamos, queremos o idealizamos. El tiempo atmosférico es uno de esos puntos. ¿Cómo se mueve el mundo si sólo tenemos acceso a manipular nuestras acciones secundarias, y las primarias -como sentir frío o calor- nos son coartadas ante las chances del cuerpo y la tecnología?
Es cruel pensar que no tenemos el poder total. Algunos sí, pero ni siquiera cuando pueden mover a millones de personas están a salvo de los efectos primarios. Por ejemplo, George W. Bush. Él puede mover a un planeta completo por un deseo petroemocional, o por especies de caos comunicacionales tendenciosos que presentan a un país completo cómo tiránico, antidemocrático y guerrero. La guerra actual se enmarca en eso: luchar contra el más débil, para ser día tras día mucho más fuerte. El asunto está en que el poder está en las manos del más débil. El más tonto a veces hace fortuna, logra el éxito y es feliz con herramientas simples y basadas en técnicas..., por decir así, básicas.
Pensé en Bill Gates, en los creadores de Google, en los genios del Hi-tech de Singapur y a los maestros de la economía Chicagista. Todos fueron los lesos en su época. Todos presentes en las esferas estudiantiles como dirigentes sin vida y con amplios conocimientos académicos, científicos o sociales sin ser llevados a la práctica. ¿Por qué ellos, los atrasados en el ámbito de las emociones pueden haber sido tan fabulosos en el ámbito de lo práctico? Genial, insisto. Muy genial el lograr eso, pero me lo cuestiono y no se bien cómo terminar este estúpido escrito.
La semana siguiente se viene cargada, pero no soy el Bill Gates chileno, y mucho menos un esperanzado muchacho en quiméricos deseos de paz mundial y tan poco sustentados como luchar por los congrios de los mares del sureste de Islandia o por tonteras como The Blonde Hair's rights. Esto último, quizás sólo porque no tengo el pelo del todo claro, sólo a mechones, y tampoco me interesa interpretar los deseo frívolos de quiénes no serán los proclamadores de logros más amplios. Populares, impopulares o neutrales. Son básicos al fin, cómo todos. Como todo el mundo, sin distinción: que sientes frío y calor.
Thursday, October 27, 2005
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