Hoy es el día previo a mi cumpleaños, y me entra el pánico. Detesto esta espera cruel para tener más cifras en el carnet de identidad, y estar condenado de a poco a las arrugas, el insomnio crónico, la responsabilidad por ser adulto y a la sonrisa forzada ante los que desean celebrarme.
Podrán decir que soy apático, paranoico o cualquier otro adjetivo un tanto ofensivo, pero me siento molesto, confundido y muy desesperado. No quiero sonar como Betty Davis, pero en fin... sueno como tal.
Desde que comencé a pensar en mi futuro, a eso de los 12 o 13 años, tomé los 22 años como el inicio del resto de mi vida, pues si todo funcionaba -como ha ocurrido- termino mi carrera profesional con esta edad. El caos es lógico. No hay respuestas o claridades respecto al anhelado postgrado en X lugar, aunque si suena en anglófono o ché, cuanto mejor. Tampoco hay amor, no hay éxito económico, y hasta lejanía familiar me azota por montones. Jamás pensé que a personas que tenía en tan buen estima de mi familia se me caerían hasta el fondo del abismo, y parece que tampoco quiero levantarlas. Pueden ser viejas, añejísimas y un tanto gágá, pero no sé... Siento que no los merezco y mucho menos a mi.
La sensación es de aquellas paradojales, porque mientras más tiempo pasa, siento que más cosas pierdo. Con suerte me quedan mis papás y mi hermano, y unas cuántas personas especiales con las que puedo compartir. Al menos, está el blog, que me escucha mis tecleteos vagos y el sinfin de huevás que agrego sólo por tedio informático.
Ojalá que este cumpleaños número 22 traiga un cambio grande. Si es de lugar, mejor; porque empiezo a sentir colapso de los espacios repetidos. Si llega un cambio de actitud en mi, o de elecciones, estaré más que satisfecho porque lo necesito. Ojalá que no tenga más pérdidas de personas queridas, no me refiero a muertas, sino a sentirlas lejanas, herejes, podridas e hipócritas, que sin duda es mil veces peor que dejarlas en el cementerio. Y no me contento con una sonrisa obligada a corresponder, y mucho menos con un regalo inútil y también de caducidad dudosa... Quiero sinceridad y apoyo en el caos que tengo en la mente... Afortundamente aún no me da por cortarme con un filo de sacapuntas o con la gillete oxidada que imagino, pero el paso para ese puente es cortísimo... estoy al filo del filo...
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