Friday, December 15, 2006

Festival de anécdotas

Festival de anécdotas


Durante la maratónica jornada desde que se anunció el fallecimiento de Augusto Pinochet, todos los medios han intentado demostrar las coincidencias más espeluznantes y anecdóticas posibles. Desde el detalle farandulero hasta el de protocolo gubernamental. Pareciera que es la forma de hacer más grata la estancia frente al televisor con unos cuantos grados de temperatura.

El primer comentario fue la muerte del ex dictador en el día que más doloroso para su familia: el cumpleaños de Lucia Hiriart. La odiosidad apareció entre los críticos, incluso en pantalla, al cuestionar si la ex primera dama al menos soplaría las velas. Bizarro y morboso para un país que busca reconciliación y soluciones a los conflictos que desde tres décadas lo dividen.

Después de ese primer pellizco a la cordialidad, apareció la calma que entrega la historia. Periodistas acudieron a las agendas electrónicas e Internet para recordar que el 10 de Diciembre se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos. El dato siempre ha estado ahí, pero sindicarlo como “castigo divino” y “fíjate en las coincidencias” raya en lo patético e infeliz.

No obstante, lo mismo se pudo solucionar con expresiones mejor redactadas como se hizo en ciertos canales al comentar la declaración pública de Amnistía Internacional, que indicó que la muerte de Pinochet supone una “llamada de atención” a los gobiernos, pues es necesaria justicia oportuna para impedir que los culpables de las violaciones de los derechos humanos sean beneficiados.

Pero ese fue un respiro al cúmulo de datos accesorios, que sólo adornaron la imprecisión con que fue informado lo fundamental. Es comprensible el complejo clima laboral que debieron sortear periodistas y trabajadores de la prensa, pero la mediocridad no puede ser aceptada.

Se exacerbó a Internet y la “cobertura internacional al caso”; de seguro ante la falta de noticias para rellenar durante la transmisión ininterrumpida, que pasó a ser una segunda Teletón.

Diez de Diciembre es también el día en que se entrega el Premio Nobel de la Paz. Fecha conmemorativa de cuando el juez español Baltasar Garzón consiguió en Londres la detención del Ex Comandante en Jefe por cargos de genocidio, terrorismo y tortura contra ciudadanos de su país.

No está mal recordar, ni mucho menos hacer recuentos, pero utilizar esos datos como patrón central de discusión sobre la noticia del fallecimiento de un ser humano, parece inconcebible en un mundo civilizado.

El desorden y caos en las calles de la capital y las principales ciudades del país no son sólo fruto del descontento de la población. Es también la manifestación del alimento que reciben de los medios, que no escatiman en analizar, desde puntos valóricos o humanitarios, la información entregada a la ciudadanía que espera ansiosa noticias y opinión de peso.

Como sociedad debemos crear instancias eficaces para el control de la información que se da por televisión. En estos días fue la muerte de Augusto Pinochet, pero mañana podría ser la invasión de algún país extranjero, tráfico de menores, drogadicción o derechos ciudadanos. Se necesita medios que no sean meros anecdotarios, sino verdaderas fuentes de información privilegiada y comprensible, además de apegada a la civilidad y bien común. Sólo así nacerá un Chile nuevo, un Chile feliz y unido.

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