Sunday, May 14, 2006

Formación de un humano pleno

La ética: camino para la formación
de un humano pleno

Por Fernando Olmos Galleguillos

El hombre como tal tiene características que le permiten decirse tal. El sólo hecho de existir le da facultades de humano y dignidad como persona. El cómo nace la concepción de esa dignidad y los fundamentos que sostienen a esa dignidad son tema de discusión permanente entre pensadores, filósofos, estudiosos, teólogos, psicólogos y una gran variedad de profesionales dedicados al estudio de las ciencias sociales.

Aquel factor que permite la relación humana y creencia de ciertos patrones como de lo correcto, es la ética. Aquella que permite regular lo consuetudinario de las relaciones entre humanos a fin de lograr un mejor pasar, o mejor dicho el bien común.

Aristóteles decía que al hombre no se le puede condenar a ser hombre sin más. El horizonte vital de la persona no puede reducirse a lo sensitivo, espacial y temporal. El ser humano como tal está destinado a sentir placer, vibrar y ser feliz con lo sensorial y sensitivo. Pero más allá de eso, hay algo más. En ese momento en que se acaba el placer por ese “algo”, nace la trascendencia del hombre, ese carácter de ser máxima expresión natural por el hecho de poder perfeccionarse, pensarse y proyectarse.

Aunque no siempre ha ocurrido así, la actual ética humana, esa que está en parte con gran sustento en la tan brillante Declaración fundamental de los Derechos Humanos, concibe un lugar destacado a los conceptos de persona, libertad y dignidad. Al cruzarlos, podría quedar una frase como que la libertad de las personas las hace más dignas, o que la persona es más digna mientras permita ejercer la libertad ajena y la propia.
Uno de los fundamentos que sostienen aquella naturalidad del hombre actual, entendido como tal, es la propiedad que tienen de ser libres, pero ¿qué se entiende por ser libre? Una definición sencilla dice que es aquella propiedad o atribución que tiene el hombre para optar o no optar por diferentes opciones.

Es gracias a esas opciones que toma el hombre que se logra, en parte, el reconocimiento de los caminos del bien y del mal, base de la comprensión humana de lo humano, o sea, un pie en el fundamento antropológico. La selección del camino del bien o mal debe partir sobre determinar qué es uno de ellos, y así comprender cómo es el antagonista. El obrar bien, o tomar el camino del bien, se refiere a que se cumplió con el deber, aunque esto no siempre cumpla con conducir a la felicidad o realización de progreso para la sociedad. Por ejemplo, los terroristas suicidas que se cargan con explosivos, o que pilotan un avión contra una torre de más de 110 pisos. Cumplen con su supuesto deber, que es morir a favor de la preservación, cumplimiento y entrega irrestricta a los deseos de Alá. La clasificación de deber y felicidad queda incompleta porque pasa a llevar éticas mayores y comprensiones de la realidad muy superiores a lo que ellos tienen como paradigma de entendimiento social o de convivencia del mismo tipo.

He mencionado en determinadas maneras a la ética. También hay que saber de ella su fundamento. La ética es aquella parte de la filosofía que se preocupa del obrar del hombre, es decir, de sus acciones. Este obrar humano se puede entender en forma individual o en forma social. Para Aristóteles, existían tres niveles en el obrar, el obrar del individuo, el obrar de la familia y el obrar de la sociedad.

La ética articula y sanciona las normas morales y jurídicas, siendo las primeras las que regulan lo que la sociedad considera como correcto o inadecuado, y las segundas las que regulan las prohibiciones, castigando el incumplimiento de las mismas. Es por eso que se crea el supuesto fundamental de la ética, que es casi como el génesis de la misma, que la ética actúa desde el “debe ser” y no “del ser”.
Cada uno de nosotros considera nuestros actos y comportamiento como buenos o malos, pero tomamos el camino del bien, la mayoría, como el más apropiado para favorecer el crecimiento de nuestros semejantes, de nosotros mismos y del entorno que nos rodea. El camino del mal es comprensible fácilmente por el humano, y sabe que de seguirlo a cabalidad destruye lo construido por los que siguen la ética correcta. Todo esto, en excepción de personas que están con deficiencias mentales severas que requieren de tratamiento clínico, como por ejemplo, el asesino y descuartizador del joven Hans Pozo.

Todo ser humano tiene conciencia de que hay algo que está bien o mal moralmente hablando. Esto puede ser desde lo que vive al interior del hogar, de las relaciones sociales que tiene entabladas con otras personas y consigo mismo.

Si tomamos el término bueno, bien, en el sentido práctico, es aquello que mueve a la voluntad por medio de las representaciones de la razón, no a partir de causas subjetivas sino de modo objetivo, por razones válidas para todo ser racional como tal.

El hombre necesita a la ética a su lado para lograr una buena convivencia, comprender el cómo y por qué de sus actos. Es parte inherente al humano la ética, porque es ella la herramienta que mueve la conciencia: elemento que hace que el ser humano sea clasificable como tal. La ética apoya la labor judicial desde un punto más empírico y cotidiano; desde el hogar y desde cualesquier ámbito en que se deba decidir qué vía tomar para avanzar: el bien o el mal.

1 comment:

Anonymous said...

buenos


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