Saturday, May 06, 2006

Bienvenidos al circo

Política actual: ¡Bienvenidos al circo¡


Por Fernando Olmos Galleguillos

Los procedimientos para iniciar una discusión sobre política son controversiales entre los analistas. Algunos discrepan sobre su origen, su función, su praxis e incluso su utilidad y proyección. El primer paso o vehículo para comprender política es su existencia en todo ámbito del quehacer social, dejándolo por ahora circunscrito al ámbito de las relaciones humanas. Aunque como se ha estudiado, los conglomerados animales, e incluso celulares tienen políticas de cohesión, trabajo y cooperación mutua. Este trabajo con características de ensayo bosqueja la política actual y su comprensión como tal por parte de los ciudadanos afectos a la desinformación o nueva clase de hacer política –denominada por Tomás Moulián- como seudopolítica.

Para comprender cómo ven los ciudadanos comunes la definición de política, se les consultó. Todos crean su propia definición a partir de la vivencia que experimentan en interacción con los medios de comunicación y con sus pares. En este caso, para definir política, la pedagogía medial o aquella educación de civilidad no funciona. Veamos el porqué: algunos respondieron que era la sección de los diarios en que se publican “cosas” del gobierno. Otros buscaron el origen más romántico del asunto diciendo que era aquello que “nos heredaron los griegos”, y los más prácticos generalizaron el concepto con el triste, pero no menos cierto, escenario de “la pelea entre los que quieren tener más beneficios o poder”. Tal como se pregunta Tomás Moulián en su libro De la política letrada a la política analfabeta, nace una pregunta con difícil solución: ¿Por qué no se conoce con claridad un tema en que participamos día a día?

La política es una práctica que requiere necesariamente la reflexión sobre si misma. Pensarla, proyectarla y nutrirla con más elementos. Es ese el paso que los medios, en conjunto con algunos de los que buscan el poder, han bloqueado o desechado del ideario colectivo. Se presenta la política como una farándula o galería de personajes con proximidad, carisma, empatía y sonrisas. En su libro, Tomás Moulián ironiza con el actual alcalde de Santiago, Raúl Alcaíno, por su discurso desprovisto de propuestas –a la usanza lavinista- pero cargado de símbolos carentes de contenido, como mostrarse como “el ingeniero” o como el “que se la puede igual que tú”. Es un ejemplo de la actual pseudo política, aquella que crea conflictos grandilocuentes pero falsos, que pasan a constituir un nuevo circo: la entretención política.

La mayoría de los políticos actuales intentan desvincularse del nombre de políticos, ¿no suena paradojal? Todos buscan el mostrarse como ciudadanos comunes y corrientes, homologados al que no conoce de ellos y, en teoría, espera saber qué le ofrece o qué plantea por y para ellos; considerando que su fin principal es el bien común.

Aquel bloqueo del contenido, es el actual rostro de la política en la mayoría del mundo. Tomás Moulián habla de dos clases de políticas: la letrada y la analfabeta. La primera está orientada a un discurso con las funciones de teorizar sobre si misma, diagnosticar el presente y la contemporaneidad, y al mismo tiempo generar ideas de recambio para el futuro. La segunda, es decir, la analfabeta, busca presentar a la política como un híbrido no político, sólo como un tipo de acción social cuya validez no es argumentativa sino sólo carismática. Es el paso de lo crucial a lo pagano, de lo que importante al desecho. Este tipo de política está desprovista de fuerza argumentativa y, mucho menos, de referencias explícitas al futuro. Avanza para capturar poder, no avanza mostrando en cómo se logra ni para qué se consigue poder. De esta forma la acción política se deslegitima, se vuelve un espectáculo que entretiene, da para curiosear y no para buscar soluciones estructurales concretas a los problemas de la convivencia social.

El descrédito del ámbito político

El mismo escenario creado por los actores de la política los dejó frente al descrédito: sin vítores ni aplausos. La mala consideración de los partidos políticos e incluso de organizaciones sencillas en torno a ideales menores, es en parte el resultado de la carencia de ideologías, como dice nuevamente Moulián: la aceptación, como natural, del orden social. El valle en que está sembrando la política hoy en día puede resultar fértil, pero niega otras posibilidades, las esconde y no permite que broten. Sólo se mira como fuente de soluciones al modelo actual, y se desacredita cualquier intento de teorizar o vislumbrar nuevas bases para un futuro, es decir, estamos en presencia de aquella política analfabeta, ¿o sería mejor decir analfabeta funcional?

Se pasa fácil de la ausencia de argumentos a la unidireccionalidad de los mismos. Moulián retorna a la idea del lavinismo para comprender cómo está entablado el escenario. Recurre a su definición de demagogia, quedando frente al discurso del mismo señor Joaquín Lavín, que con promesas de cambio, puerta giratoria y los problemas reales y concretos de la gente; cayó en su propia trampa. Moulián se pregunta: El principal rasgo constituyente del discurso del señor Lavín es la demagogia, ¿de qué otra forma se puede calificar a un conservador –de ultraderecha- que ha convertido el slogan del cambio en su principal oferta política? Se está frente a un híbrido que manipula argumentos sin importar la ideología que lo precede. Algo así como dijo algún día la actual presidenta de Chile, Michelle Bachelet, a Sebastián Piñera durante la campaña presidencial 2005-2006: “Está haciendo un travestismo político”.

La política hoy está manipulada por los mismos que la hacen. La mueven y presentan de determinada manera a los medios, fundamentalmente a la televisión, la que convierte a la realidad compleja en algo trivial. Es eso lo que los ciudadanos capturan cuando están en casa, es lo que comprenden de política, y tal como dijo uno de los señores a los que se consultó por cómo la entendían: El chiste de los que quieren más poder. ¿No es en el circo donde se escuchan los chistes?

El respetable público del circo se da cuenta de la manipulación. El show en algún momento comienza a bajar su calidad y el precio se torna impagable. Comienzan los abucheos y se pide el desembolso del dinero… pero queda abierta la interrogante: Aquel político que está arriba del trapecio, entreteniendo y llenando de brillos la carpa social, cuando caiga o decida bajar, ¿seguirá la vía de la política letrada, de la analfabeta o simplemente se golpeará con su demagogia?


Fernando Olmos Galleguillos

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