Saturday, May 06, 2006

Globalización e Identidad

Globalización e Identidad: La batalla entre dos titanes

Por Fernando Olmos Galleguillos

Existen determinados ciclos en la historia de la humanidad que provocan cambios radicales en la forma de comprender, usar y convivir con el mundo. Por ejemplo, en la antigüedad, fundamentalmente en Europa, la vida estaba establecida por el poder del feudo. En otro momento histórico, se creyó que el mundo sólo era los dominios conocidos –antes del descubrimiento de América- pero un determinado suceso, hizo cambiar esa idea. E incluso más que eso: modificó el presente y el futuro. Este trabajo describe, en parte, un fenómeno de aparición reciente junto a un concepto propio de toda sociedad. Me refiero, a la globalización y a la identidad, respectivamente.

Para comenzar, se iniciará una explicación sobre los orígenes, motivos, proyección y características de los dos términos centrales sobre los que versa este trabajo. Posteriormente, se inicia el debate relativo a la lucha que existe entre ambos y cómo afectan a las sociedades del mundo. A ese poder soterrado que ejerce la identidad sobre la globalización, y al mismo tiempo, ésta última sobre la identidad.

¿Qué es la globalización?

En términos sencillos se podría decir que la globalización es la mundialización de las estrategias de los grupos en los diferentes sectores1. Un fenómeno que no es internacionalización, sino una forma de comprender y vivir el mundo de manera homogénea. La globalización actúa en todas las áreas del quehacer humano, pero tiene ciertos sectores favoritos en las que es más evidente; la economía y la generalización de identidades y culturas.

La globalización nace por diferentes razones. Es la conformación de una especie de “caldo primitivo” –al igual que en los comienzos de la Tierra- que contiene procesos sociales, económicos y culturales. Se destaca, dentro de este apoyo al surgimiento de la globalización, la aparición de las tecnologías de la comunicación e información, los cambios en la concepción empresarial del “Primer Mundo”, la caída del muro de Berlín, entre otras muchas razones.

Otra razón de la globalización es el aumento de uniones entre empresas. Por ejemplo, en el área de las comunicaciones, grandes grupos empresariales se multiplican internacionalmente. Esto afecta a la prensa diaria, periódicos, producción de programas, programación de radio y TV, publicidad, bancos de datos, edición discográfica, entre otros.2

En palabras de Kart Marx y de Friedrich Engels, citadas por Michael Kunczik: “la industria moderna ha establecido el mercado mundial”. La severidad y relevancia de la afirmación cae sobre todos los conceptos culposos de la afección de la globalización. Esta afección no sólo se refiere a la expansión del intercambio, entendido en términos simples, entre países, pero que día a día se vuelve teórico e idealista en pos de un mercado perfecto pro capitales. Cuando la globalización se toma desde el prisma económico, a veces se la define mal. La globalización económica no es un proceso basado en políticas de liberalización y descontrol de los estados industriales, es más bien la dispersión por el globo de los procesos que intervienen la generación, producción, gestión y dispersión de productos.

La globalización, entendida en pleno siglo XXI, es más que un fenómeno económico que afecta a la mayoría de los rincones del planeta. Va más allá de empresas transnacionales con sedes desde Alaska, el Medio Oriente, Santiago de Chile hasta las islas del Mediterráneo. La globalización está comprendida como un fenómeno realmente monstruoso. La globalización se refiere a la comprensión del mundo, y a la intensificación de la idea, concientemente, del concepto mundo como un todo”. 3

Tras la irrupción de la globalización en todo el mundo, se suele pensar que las ideas están igualadas en todos los humanos. El que todos piensen y actúen igual y muevan sus decisiones por un mismo camino es casi una tesis, pero que tiene su estado del arte muy débil en lo referido al ataque o negación antiglobalista que ejerce, con dolor, la identidad propia de cada pueblo, comunidad y agrupación dondequiera se analice. La globalización nace casi como una ideología con un fin mayor: el capitalismo desenfrenado. Es decir, se mueve a favor del consumo, el despilfarro y el gasto pro beneficios similares a los del primer mundo. Es la quimérica idea de crear una “aldea global” con sana convivencia en que todos salgan beneficiados.

La noción de aldea global es de Marshall McLuhan. Según McLuhan, la aldea global fue creada, fundamentalmente, por los medios de comunicación4. McLuhan aclara que con la rapidez de los medios de comunicación actuales, creados por la tecnología, el mundo se convirtió en una versión extrapolada de lo que conocemos por aldea. Donde cualquier fenómeno afecta a todos por igual en el mismo momento. Marshall McLuhan, en su libro “El medio es el masaje” sienta las bases sobre la aldea global y la afección del entorno -en este caso el medial- a los sujetos del mundo.

En términos concretos la globalización no significa la formación de un tipo de gobierno único para todo el mundo, pero si la uniformidad en el desarrollo de conciencias5 y, con problema aún, de identidad. La globalización es un proceso de cambio que tiene efecto en la humanidad como un todo, como una aldea común sin intervenciones de nuevas identidades, donde las fronteras de los países, reinos, sultanatos y culturas cumplen sólo un rol subordinado y de contextualización geopolítica.

Consecuencias de la globalización

En una breve revisión que realicé en noticias de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá, mediante el sistema –también global- Google, y su versión más específica GoogleNews, descubrí que al referirse a cómo afecta este nuevo fenómeno a cada pueblo, la mayoría de las fuentes usaron palabras como cruel, maquiavélica, desenfrenada, enfermedad y muerte de identidad. Me nace la pregunta: Si se piensa tan fervorosamente, ¿por qué continúa como EL MODELO?

El modelo continúa porque a los que beneficia, por el sector económico, tienen el poder. Son los regentes, comandantes y señores feudales de la actual aldea global. Son ellos los que han llevado a cabo las consecuencias de la globalización. Ellos levantaron las “ciudades globales” que son centros económicos y financieros que monopolizan buena parte de las actividades económicas formales; se produce a su vez el surgimiento de subcentros regionales, versiones menores de las ciudades globales. Así nacen problemas de lucha entre los que pertenecen y los que no pertenecen a aquellas ciudades. Se centra la discusión en los conflictos étnicos y de clases, es decir, comienzan los cruces imperfectos de la globalización con la identidad.6

Aparte de esas luchas nacen las entre clases. Entre el grupo alto, que son los dueños del capital o poseedores del poder –de cualquier-, el grupo de los trabajadores que están en un escalafón intermedio y en pugna por no pertenecer y no gozar del todo de los beneficios de la pompa que ofrece la globalización; y los de un tercer grupo que ni siquiera tienen cabida en el mundo actual y están completamente afuera del proceso social. La identidad ya está instalada en nuestro debate. Como víctima y victimaria al mismo tiempo, la identidad disputa su prevalencia para luchar con símbolos importados y extraño.. Es la lucha contra el gigante, pensando y la mayoría de las veces creyendo, que si se le persigue se está actuando como enemigo de tu propia aldea. El lugar que Marshall McLuhan llamó aldea global.

La globalización busca homogeneizar. Es ahí cuando los humanos, o mejor dicho, los seres sociales deben incorporar las identidades. Usar la identidad y crearla mediante el pensamiento propio. Pensamiento que debe nacer en los lugares simbólicos, comunicacionalmente uniformes y al mismo tiempo sencillos en su aplicación a los usuarios. La comunicación logra el nacimiento y/o establecimiento de la identidad. La procesa, modifica, regenera y recicla según las necesidades sociales de los sujetos que se comunican.

Identidad: Única culturalmente mas no generalista

La identidad trata sobre el quién soy, quiénes somos y cómo nos constituimos. Es lo que constituye a una sociedad y la diferencia de otras.

Según un estudio realizado por los chilenos María Cristina Millaray y LLanquileo Romero, titulado La identidad cultural en los procesos de modernización: un análisis de los cambios de nombres en sujetos mapuche7, existe una subdivisión de lo que se entiende por identidad. En las consideraciones generales del estudio queda en claro que la identidad contiene dos dimensiones relacionadas entre si mismas: social o colectiva y la personal o individual. Con esta consideración, queda expuesto que la identidad es un fenómeno bidimensional, sujeto con el sostén de la historia como fundamento para su comprensión y permanencia en el tiempo y en la sociedad. Es ahí donde la identidad se vuelve tal, gracias a la comunicación (comunicación de masas). La sociedad usa sus identidades para saber su procedencia, su presencia y su porvenir. El principal problema es…

El problema

…que la misma identidad no puede hacerse cargo de su anulación luego de que una nueva identidad llega para instalarse sobre ella, negarla y borrar recuerdos, historia y lo nomenclado como propiedad. Es lo que actualmente viven la mayoría de las sociedades del mundo a causa de la globalización. Franceses, chilenos, ingleses, bolivianos, suahilíes, e incluso el mismo pueblo estadounidense –llamado el manipulador de esta nueva identidad única denominada vagamente globalización- no están exentos de la rapidez de los medios, de la invasión estrepitosa de nuevos quehaceres, nuevos nombres, representaciones de la realidad, historicidades y pensares.

Un problema al que se ve sometido el hombre moderno es a darle un simbolismo a la memoria social, que es casi inoperante, sobre todo en la juventud. Es la memoria social la que logra preservar, legitimar e integrar los elementos identificadores de las comunidades. Al existir una nueva visión –la globalización- ¿cómo se logra el mantener algo que no se ha tenido? ¿Cómo se preserva lo inexistente? Ni siquiera la nueva ideología cumple su esencia que es ser casi un pegamento que une patrones de comportamiento, ideas y deseos de los que planearon al grupo, para posteriormente servir de guía a las generaciones futuras. Todo esto, porque no hay elementos para juntar y mucho menos ordenar. La nueva ideología del mundo global es altamente entrópica. Lleva a sus sustentadores, es decir, las sociedades, a la confusión general y al descrédito entre si mismas, a pesar de verse enfrentadas a la misma raíz generadora de caos.

Cuando comienza aquel desorden, se perciben las heridas en las instituciones culturales propias de toda sociedad, vale decir, las familias, el trabajo, el Estado como tal, la educación legal y la consuetudinaria, la religión y una variada gama de escenarios sociales.

La globalización no puede caminar armónicamente de la mano con las identidades particulares del mundo. Hay una carencia de lenguaje simbólico para llegar al meollo de cada identidad y así no causar daño. ¿Es acaso una violación entre identidades el fenómeno del que somos parte? ¿No es entonces un capricho desear hacer futuro sin tener pasado y, a lo más, ser dueños de un presente inestable? Es necesario un discurso para interpretar la realidad de manera única sin recordar lo que decía el decálogo de la “anterior y vilipendiada identidad pasada”.

Quizás la solución del problema pasa por crear las instancias históricas, sociales y políticas que permitan asumir la nueva realidad de “falta de identidad” en, valga la redundancia, la nueva identidad. Se debe buscar el asumir la pluralidad como eje de los pueblos, desde el aspecto más legalista; tal cual lo hizo Colombia a partir de la constitución política de 1991. Se trata de transformar las estructuras para que la práctica de la diversidad sea posible sin caer en la desfachatez de disfrazar viejas políticas centralistas y patrimoniales con nuevas palabras como participación, diversidad cultural, descentralización8.

Las nuevas sociedades invadidas deben tener la capacidad de asumir la irrupción de esta identidad sin identidad. Asimilar y hacer propia una idea ajena no es sencillo, pero matizándola con los pensares propios y no permitiendo avanzar la incertidumbre puede ser algo más fácil.

Todos se ven afectados en algún momento por la lucha que sostienen la globalización y la identidad. Todos estamos sujetos al vaivén del mundo global. La mundialización les da a los países extremadamente ricos nuevas oportunidades para ganar dinero de manera más rápida, mientras que su rostro paradojal se deja sentir excluyendo a dos tercios de la población mundial.

¿Dominación o dependencia? He ahí un dilema

En el inconsciente ideológico de la globalización se sustenta la idea de integración global y el mundo sin fronteras9. Es como la ética humana: es muy sencilla de verbalizar y usarla como careta de actividades a favor del beneficio personal. Más que funcionar como una idea madre –o central- la globalización significa para algunos, como dije anteriormente, la aniquilación de sus identidades e irrupción violenta sobre la idea central que ya se tenía sobre el mundo.

Los pueblos se vuelven dependientes de la idea recién llegada. Le toman “el gustito” y redondean el concepto capturándolo desde el lado más sencillo: el consumo. Existen coaliciones internacionales que están a favor del trabajo y diversificación de sus áreas de interés por todo el mundo. Estas son vendedoras de productos innecesarios pero presentados como el bien. Por ejemplo, el mercado multimillonario de las bebidas cola. Se vuelcan todos los esfuerzos para que los niños del mundo consuman más bebida que leche, todo para obtener el máximo rendimiento con el mínimo gasto. Es el momento en que se obtiene el placer más que la necesidad; por eso se cuestiona si la globalización es dominación o dependencia.

El conflicto de identidad alrededor del mundo

Es importante conocer la propia identidad, ya que es una condición necesaria para vivir en un mundo que suele confundir demasiado a menudo la identidad con la apariencia10.

Todo el globo se ve afectado por la pugna que ejerce silenciosamente la identidad contra la globalización. El mundo –o sociedad- híbrido, llamado así por García-Canclini puntualiza ese aspecto dinámico y conflictivo de la nueva sociedad planetaria que construye identidades imperfectas con la misma velocidad que un ensamblador de robots en Hong Kong arma en serie.

El nuevo mundo, o mejor dicho el actual, se refiere al planeta organizado en relación sociedades modernas complejas debido al entrecruzamiento de signos, símbolos y culturas. Es el caso, muy evidente, de Latinoamérica que está compuesta por aquel componente indígena, del movimiento hispánico católico y de las acciones políticas y comunicacionales modernas11 que afectan también al resto del globo.

En América Latina existe la tendencia a ver la modernidad como un eco diferido y deficiente de los países centrales12. El modernismo latinoamericano es fundacional, aspiracional y altamente mezclado. En casas de la burguesía y de sectores medios con alto nivel educativo de Lima, Bogotá, Santiago de Chile, Buenos Aires y muchas otras ciudades coexisten bibliotecas multilingües y artesanías indígenas, cablevisión y antenas parabólicas con mobiliario colonial, las revistas que informan cómo realizar mejor especulación financiera y, por atrás, ritos familiares y religiosos centenarios13. García-Cancilini describe esta situación en su libro Culturas híbridas, como una representación de heterogeneidad multitemporal de la cultura moderna.

Si bien es cierto, una de las zonas que más complicaciones siente al ser coartada, invadida y, al fin de cuentas, globalizada, es América Latina y la Norteamérica indígena (minorías indígenas en Canadá, Alaska y los Estados Unidos sufren la hibridación producida por la llegada de las nuevas formas). Sin embargo, otras zonas geográficas se resienten igual o mayormente por la globalización o, usando a Canclini como resultado efectista del proceso globalizante: la hibridación de sus culturas locales. Tema que trataré con ejemplos particulares más adelante.

Mientras tanto, hay ciertos campos culturales en que sí es posible sintetizar o denominar como estándar internacional. La cultura occidental en ciertas áreas ha sido asimilada sin problemas en parte gracias al cine, la televisión y la música. Los jeans, cigarrillos, comida rápida, marcas, la McDonaldización y una gran variedad de productos ya son parte de la costumbre planetaria. Como está citado por Michael Kunczik: “Probablemente hay más personas en el mundo que conocen a Michael Jackson y Rambo, que los que saben quién es el Presidente de los Estados Unidos o el que lidera su propio país”14.

La cultura global ha encapsulado los poderes y los focaliza en grandes ciudades, como las mencionadas hace algunos momentos, en que ocurre todo lo relacionado en torno a algún tema. Es como el mundo del cine que se instaló en la localidad de Hollywood en Los Ángeles, Estados Unidos; y el mundo de la moda en París, Milano y Roma. El hecho de que se deba acudir a determinados lugares inicia un nuevo rumbo en la comprensión del mundo, y, quizás uno de los efectos más evidentes y catastróficos al mismo tiempo, es la lucha de identidad por el idioma. Los lenguajes son el alma nacional o la fuente de las subjetividades de cada pueblo. Cuando comenzó la globalización se pensó que varios idiomas podrían convivir en armonía, pero la resultante fue que el inglés se convirtiera en la lengua mundial, a pesar de ser superada por el chino mandarín. El inglés ostenta el récord de ser el idioma más ampliamente difundido. Cuando representantes de diversas comunidades se reúnen, conversan en inglés15.

El disfraz de democrático es la excusa perfecta para homogeneizar. En Latinoamérica los deseos de anglosajonizar son evidentes, pero la precariedad material limita los alcances de los anhelos de modernidad16.

Los países asiáticos luchan con fuerza para no ser absorbidos por la globalización cultural proveniente de Occidente. Sin embargo, se muestran muy favorables a la globalización que tiene como eje la economía. Esta última situación es muy evidente en India, China, Japón y Corea del Sur. Los pueblos asiáticos no quieren quedar desnudos de su identidad y verse de pronto en el centro del discurso cargado de sexo, violencia y valores no orientales, propios de la cultura occidental, es decir, volver a Oriente un mercado, y a la vez, parte del pensamiento del lado contrario del globo.

En Europa, la organización y buen estado de las relaciones diplomáticas entre los países ha permitido la unión de varios de ellos en la ya famosa Unión Europea. Esta comunión favorece los lazos económicos, culturales y diplomáticos entre todas las naciones con membresía, pero elimina paulatinamente las identidades culturales propias de cada comunidad. Sin embargo, han creado en conjunto una ideología común, de consenso, sobre cómo entender la globalización proveniente de “América”, entendiendo aquello por el imperialismo norteamericano. Al mismo tiempo que desarrollan estrategias para iniciar una globalización europeizante.

El debate sobre la pérdida de la identidad bajo el yugo de la influencia de la cultura de masas estadounidense, está presente desde hace bastante tiempo. Esto último, con gran fuerza y cohesión entre los ciudadanos y habitantes de Francia, a pesar de que ellos como nación ponen un fuerte énfasis en exportar su cultura al resto del mundo. Cuando después de la Segunda Guerra Mundial, la transnacional Coca-Cola al mercado francés con slogans que eliminaban ciertas identidades de la lengua francesa fueron coartados porque el aviso violaría la conciencia gramatical de la lengua francófona, que es “patrimonio francés”.

La nación gala comprendió que si no exigía el cuidado de su identidad cultural, serían absorbidos. Es una identidad entendida como la conciencia de qué es uno mismo y lo que son los otros, sin confundirla con xenofobia, el racismo o, simplemente, el miedo a la diferencia. La identidad y la alteridad son fenómenos solidarios, inconcebibles el uno sin el otro y que no permiten establecer una primacía entre ellos17.

En Francia se modificó la constitución determinando que “la langue de la République est la français” (La lengua de la república es el francés), argumentando que la ley era necesaria porque la identidad cultural de la gente dependía del lenguaje y que los valores culturales eran más importantes que las leyes del mercado. Esta es una iniciativa en contra del uso tan mundializado de usar anglicismos.

No sólo Francia ha iniciado propuestas de ese tenor. La comunidad escandinava –constituida por Finlandia, Suecia, Dinamarca, Groenlandia, Noruega, Estonia, Lituania y Letonia- han creado políticas comunes para desarrollar y preservar la identidad escandinava.

La globalización en los medios

Aunque la globalización ocurre sólo en algunos sectores de los medios, como en el cine, la música, enciclopedias, libros de especialización científica y literatura, existe también la fragmentación. Hay límites para la internacionalización de todos los contenidos. Las grandes transnacionales estudian qué conviene informar, cómo y por qué. Es decir, una película que demuestre que la cultura norteamericana no es provechosa, no será difundida en exceso y con marketing excesivo, como sí lo será una en que los resultados sean favorables para la “nueva cultura y bienestar mundial”.

Aunque en cada momento el nivel de costos de informar a todo el mundo es menor, sigue siendo uno de los negocios más rentables del mundo. Esto se explica por la necesidad inherente de buscar información.

Los medios caen al mismo tiempo en la entrega parcial, débil y condicionada de información. Es como dice el sociólogo Tomás Moulián, la estrategia de la pseudopolítica llevada a la pantalla. Las series norteamericanas copan cientos de horas preciosas en muchas cadenas televisoras alrededor del mundo. Series como Baywatch, Friends, Sex and the city y muchas más, son modelo a copiar por habitantes lejanos a la realidad mostrada. Los países, en su mayoría, aún no reaccionan con rapidez a la invasión, mientras que el mercado es más veloz y sigue pisoteando al débil.

E incluso, pisotea seleccionando a los aplastados. Se han creado compañías transnacionales que segmentan sus datos e información a públicos específicos. La idea es brillante desde el punto de vista de especialización profesional, selección de detalles oportunos y democratización de las elecciones. Sin embargo, es la canalización y automatización del intento reproductor de la globalización. Cadenas mundiales como MTV (Music Televisión) llegan a más de 270 millones de hogares en todo el mundo18. La cadena de televisión MTV está enfocada a un público juvenil y consumista, que ve ante sus ojos el modelo de capitales que fluyen con total naturalidad. Otras cadenas son Sony, Warner, HBO, Hallmark, CNN y NBC, por mencionar algunas. Todas con un objetivo claro de ser los encargados de educar, informar y entretener; pero tras el comando de esas verdaderas empresas de la comunicación hay un grupo de ideólogos que mueven la realidad en caminos de “entendimiento global” para todos los habitantes del planeta: destinatarios llamados a ser el aire que mantiene inflado el globo.

Los anteriores son sólo ejemplos, pero es de esta manera como se mueve actualmente el mundo medial, aquel que lejos de cumplir la función de informar con imparcialidad, lleva al mundo a una ideología única llamada globalización.

Actualmente vivimos siendo parte de una cultura que está mundializada, y que subestima lo nacional, propio, autóctono y no global. La identidad actual está empadronada por la presencia de la cultura globalizada, aquella de Internet e información rápida. La identidad es y será siempre la sumatoria de muchos elementos que identifican a ciertos individuos. La identidad y la hibridación de la misma, hoy en pleno año 2006, son el sueño imaginario de una uniformidad y homogeneidad para todo el planeta.

Se ha mostrado en este trabajo que muchos individuos, y junto a ellos sus respectivas comunidades, cuando se confrontan a la paradojal mezcla de la dominación cultural y dominación económica política, reaccionan de manera confusa, molesta e incómoda.. Aparecen nuevos caminos para enfrentar la dominación entre quienes la ejercen y quienes la resisten y padecen.

El nuevo imperio global puede de todas formas caminar en un buen sentido si respeta, aunque sea paradojal, los deseos más profundos de cada identidad comunitaria, que a través de movimientos sociales, ciudadanos, heterogéneos y pluralistas, estudien, analicen y proyecten ideas para vivir de mejor manera con los deseos y creaciones extranjeras que llegan con la intención de obtener permiso de residencia vitalicia.

La sociedad debe comprender que los cambios en la comprensión del medio, y en este caso del mundo, son inevitables. Se deben mover los intereses en pos del bienestar y crecimiento igualitario de los pueblos, sin mermar sus concepciones, deseos, aspiraciones y recursos, por el deseo del más poderoso que comanda a los globianos, por llamar de alguna forma a los nuevos habitantes del mundo.

La sociedad mundial está llamada a ser el aire del globo. Sin embargo, no debe olvidar que para ser parte de la aldea debe asumirse como habitante del mundo, y por consiguiente, como un aldeano más, que ve ante sus ojos la que parece una pelea sin fin entre los dos grandes titanes: la identidad y la globalización.









Bibliografía


(1) Miguel de Bustos, J.Carlos, “Los grupos multimedia”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH . Pág. 126
(2) Miguel de Bustos, J. Carlos. “Los grupos multimedia”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH . Pág 128.
(3) Robert Robertson citado en Kunczik, Michael. “Media giants. Ownership concentration and globalisation”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH . Pág 28.
(4) Marshall McLuhan citado en Kunczik, Michael. “Media giants. Ownership concentration and globalization”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH pág 28.
(5) Kunczik, Michael. “Media giants. Ownsership concentration and globalisation”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH pág 29.
(6) Ianni, Octavio. “Teorías de la globalización”. Editores Siglo XXI, México 1996. (Internet)
(7) Millaray, Ma. Cristina., Romero, Llanquileo. “La identidad cultural en los procesos de modernización: un análisis de los cambios de nombre en sujetos mapuche 1970-1990”. Ensayo en el marco del programa de investigadores jóvenes en Ciencias Sociales del Sur”. PUC, 1995.
(8) Ochoa Gautier Ana, y Barber o’ Jesús Martín. Ensayo: “Políticas de multiculturalidad y desubicaciones de lo popular”. Internet en PDF.
(9) Gaggini de Rühlemann, Patricia. Ensayo: “Globalización”. Internet en PDF.
(10) Mar de Fontcuberta, “La identidad regional de los medios”, Revista Cuadernos de Información, Pontificia Universidad Católica de Chile, n°12, 1997, pág 45.
(11) García Canclini, Néstor. “Culturas híbridas”.
(12) Perry Anderson, “Modernity and revolution” citado en García Canclini, Néstor. “Culturas híbridas”.
(13) García Canclini, Néstor. “Culturas híbridas”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH. pág 71.
(14) Kunczik, Michael. “Media giants. Ownership concentration and globalisation”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH. Página 33
(15) Kunczik, Michael. “Media giants. Ownership concentration and globalisation”. Ejemplar Escuela de Periodismo USACH. Página 30
(16) Castellanos Melo, Guillermo. “Identidad y multiculturalidad en América Latina”. Pontificia Universidad Javeriana. Revista Universitas humanística n°51, año 2004.
(17) Bassaud, Michael. “Cultura y regiones de Europa”, citado por Cristián Antoine en Ensayo. “Globalización hoy”, www.tematiz.64años.edu.uy/gloch.html

1 comment:

Anonymous said...

MAGISTRAL

MUY BUEN ARTÍCULO, ELOGIABLE (:

SE LO LEÍ A MIS ALUMNOS EN LA ESCUELA.