Tuesday, April 17, 2007

Hillary y Ségolène, ¿y si fracasan?


SUS DERROTAS PODRÍAN DAÑAR A TODA UNA GENERACIÓN
DE MUJERES POLÍTICAS A AMBOS LADOS DEL ATLÁNTICO


Hillary y Ségolène, ¿y si fracasan?

Rompiendo con el modelo de Margaret Thatcher (adoptado por Angela Merkel) consistente en nunca llamar explícitamente la atención sobre el propio sexo, Royal y Rodham Clinton han establecido el hecho de que son mujeres y madres ubicadas al centro de sus campañas.

Por Madeleine Bunting


Aquí va un sueño. Estamos en la cumbre del G7 del año 2009 y los siete líderes mundiales se aprestan a tomarse la foto oficial. Todas las miradas se dirigen al trío de mujeres en el centro del grupo: la Presidenta de Estados Unidos, la Presidenta de Francia y la Canciller de Alemania. Para resaltar este momento de realización femenina, las tres líderes mundiales han invitado a las presidentas de Chile y Liberia como observadoras a la cumbre. Las cinco mujeres han emitido una declaración conjunta llamando a un gran fondo a favor de la salud y la educación de las mujeres, tras celebrar una reunión privada.


Pero la realidad irrumpe con rudeza en este ensueño cuando nos imaginamos los titulares y las historias que podrían secundar a esa foto: ¿Iría la Presidenta Ségolène Royal más allá de la rutina de ser aludida como una “glamorosa madre de cuatro hijos”? ¿La Presidenta Hillary Rodham Clinton seguiría siendo descrita como fría y calculadora? ¿Se definiría todavía al estilo de la Canciller Merkel como de “femenina modestia”?


Volvamos a la realidad. Faltan menos de dos semanas para la primera vuelta electoral en las elecciones presidenciales francesas. Para donde se mire (a través del canal de la Mancha, a través del Atlántico, a través del mar del Norte) hay una mujer en el centro de la política y su género se sitúa en el centro del debate político.


El género ya no es un tema de capacidades. La brutal pregunta de “¿puede una mujer desempeñar máximos cargos políticos?” se ha trasmutado en evaluaciones de los atributos personales de las candidatas, de acuerdo a estereotipos sexistas.


Pero lo que hace tan novedosas a las campañas, tanto de Royal, la candidata presidencial socialista en Francia, como de Clinton, que busca la nominación demócrata en Estados Unidos, es por las maneras en que estas dos hijas del movimiento feminista están utilizando deliberadamente estos estereotipos, siendo pioneras de una nueva manera de hacer política para las mujeres.


Rompiendo con el modelo de Margaret Thatcher (adoptado por Angela Merkel) consistente en nunca llamar explícitamente la atención sobre el propio sexo, Royal y Rodham Clinton han establecido el hecho de que son mujeres y madres ubicadas al centro de sus campañas. Es un experimento fascinante.



Figura de la madre nación



“Porque soy mujer, las cosas serán diferentes”, declara Royal. “El hecho de ser mujer y madre es parte de lo que soy”, anuncia Rodham Clinton.


En sus recientes actos de campaña, Royal hizo que se interpretara la Marsellesa y se izara el tricolor francés mientras se postulaba como una Marianne moderna (el famoso símbolo de la Revolución Francesa), asolando las barricadas de un mundo político viejo, rígido y masculino. Su uso de un vestuario muy femenino de hermosas faldas y pálidas chaquetas (aunque ha intentado volverlo más clásico) es un contraste respecto del habitual guardarropía político femenino de sobrios ternos con pantalones y colores brillantes. No pide perdón por su femineidad. “La Madre Nación” la bautizó con admiración el diario “Libération”.


El estilo de Clinton podrá ser diferente, pero ella también enfatiza en su femineidad, en nítida ruptura con la cultura política prevaleciente. Rechazando la imagen de cowboy texano de los actuales líderes estadounidenses, hizo su primera aparición pública en su carrera presidencial en un centro de salud infantil.


La maternidad es ofrecida ahora por ambas candidatas como un activo político, una forma de autoridad y liderazgo: ayuda a humanizar al político y puede emplearse para proyectar calidez y empatía emocional. En las encuestas, los votantes piensan que la maternidad hace que las mujeres estén menos motivadas por el interés propio y más por el bienestar de los demás. En un tiempo en que los políticos reciben tan poca consideración y cuando existe un invasivo cinismo político, la figura de la “madre nación” tiene una real resonancia emocional en ambos electorados.


ARMA POLÍTICA DE DOS FILOS


Pero la maternidad es un instrumento político de dos filos. Maternidad y ambición son todavía una combinación incómoda a ambos lados del Atlántico, como se hace evidente en la recepción brindada tanto a Rodham Clinton como a Royal en los últimos meses.


Desde el inicio de sus campañas han surgido acusaciones de que son “calculadoras”, “ambiciosas”, “frías”. Términos que, de aplicarse a candidatos hombres, serían difícilmente vistos como inconvenientes (¿qué Presidente no ha sido ambicioso?), pero que hace aparecer a estas madres políticas menos maternales. Ello plantea dudas sobre su sinceridad y/o su oportunismo, el único tema en que los votantes no perdonan.


La difícil tarea que Rodham Clinton y Royal deben emprender consiste en cumplir con dos conjuntos de expectativas contradictorias y cambiantes, como buenas madres y buenas políticas.
Ser la primera mujer en competir por la Presidencia ofrece una dramática oportunidad a un país para un nuevo comienzo, una tajante ruptura con el pasado. Eso es lo que impulsó a Michelle Bachelet a la Presidencia de Chile hace un año. Fue el ícono de un nuevo futuro para Chile, reconciliado tras su violento pasado y saliendo de su enraizado conservadurismo social. Mary Robinson desempeñó un rol parecido al convertirse en Presidenta de Irlanda.


Sus elecciones transformaron la imagen de sus países, de la noche a la mañana. Esta es la gran fuerza de Rodham Clinton y Royal pero tiene que haber un hambre verdadera por ese cambio, y ello no es tan evidente en EEUU ni en Francia. A pesar de toda la crudeza con que ambas mujeres utilizan su género, están bien conscientes de que es el tema que podría con idéntica facilidad destruir sus carreras políticas como fortalecerlas.


Las encuestas de Rodham Clinton indican que al menos un tercio del electorado estadounidense no cree que EEUU esté preparado para una mujer Presidente, independientemente de sus atributos. Mientras, Royal ha sido hostilizada por un sexismo persistente. “¿Quién cuidará a los niños?”, comentó un camarada suyo.


Además, sus esposos podrían ser obstáculos reales. No está para nada claro que los compañeros de Royal o Rodham Clinton puedan ser tan colaboradores como se da por hecho que lo es una esposa. El compañero de Royal no oculta sus propias ambiciones políticas frustradas. Es un tema que fascina a Francia porque refleja las tensiones competitivas de tantas parejas con doble carrera.


Lo irónico es que el puñado de mujeres que están en el más alto nivel político da la impresión de que las mujeres han entrado a saco al poder, cuando nada podría estar más lejos de la verdad. En Francia, las mujeres representan apenas el 12,6% del Parlamento y en EEUU sólo el 16%.

Royal y Clinton están utilizando su género con valentía para acceder al poder, pero todas las evidencias dicen que el sexismo sigue atrincherado. Los desafíos no podrían ser mayores. Si sus candidaturas contribuyen a la elección de despreciadas alternativas de derecha (especialmente si Royal no lleva a los socialistas a la segunda vuelta) sus fracasos dañarán (y serán usados para intimidarlas) a las mujeres políticas durante una generación.

1 comment:

Sarah said...

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