Sunday, April 30, 2006

Factor económico.

Ayer me puse a pensar en las ofertas y en las demandas. Pensé en cuánto cuesta ser real en mundos de fantasía, y más aún cuánta demanda tiene un producto auténtico si se compra ilusión. En el relativo deseo de la ganga del dos por uno, del lleve 100 gramos más y del tres cuotas precio contado no se puede competir. No hay herramientas para quienes son puros, sanos, deseosos de ser cotizados por lo que realmente valen, y por curioso que suene, no tienen trampa comercial.

Nadie paga en cash, ya sea porque es anticuado o un poco incómodo cargar con las enormes monedas de oro y las libras esterlinas que no fueron aceptadas en el money exchange. Quienes quieren ser cotizados en un mundo comercial, inherentemente debemos comprender que la imagen vende, pero sólo si viene con favores adicionales de letra chica o inexistente rótulo en el envoltorio.

También está el hecho de que a mayor demanda, mayor precio. Reglas absurdas de la economía que nos hace estar uno tras otro como en mostrario de anticuario: al remate y con un letrero que dice nuestras bondades. No pude evitar preguntarme ¿se es más valioso por cuánto dan por ti o por lo que tu realmente ofreces sin gritarlo a los veinticinco vientos?

Sin dudas, mejor es ser silencioso, callado, a veces impertinentemente débil, pero lacónico en ofertarse. Lacónico en tiempos, verdades, precios, iras, rabias, caretas, bolsas plásticas, sensores de precio y un cuánto hay. Antes de pensar cómo iniciar esta transformación no debemos olvidar mutar nuestro código de barras personal, aquel que nos clasifica e identifica a los ojos de la caja registradora; pero que omite quienes somos y que estamos dispuestos a dar un ofertón: Lleve un yo, más verdad incluída.

1 comment:

Anonymous said...

Mr. Bernotat, E.ON, amigo de España