Sunday, July 12, 2009

Beneficios y desventajas del turismo de catástrofe en Groenlandia

Beneficios y desventajas del

turismo de catástrofe en Groenlandia



Este escrito presenta una aproximación a una nueva disyuntiva de la isla más grande del mundo: la actividad turística. Los pro y contra – y la operatividad- del turismo que nace debido a la curiosidad de conocer, en primera fila, los perjuicios más evidentes provocados por el cambio climático.

Por Fernando Olmos Galleguillos.

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Llegar hasta Groenlandia es complejo. Lo es viajando en avión y también navegando a través de Internet. El primer método implica vuelos de al menos cinco horas desde Dinamarca con tarifas de elevado costo. Asimismo, la búsqueda de antecedentes sobre la isla -que geográficamente corresponde a América del Norte, pero políticamente al Reino de Dinamarca- no es menos compleja: casi la totalidad de los datos están en kalaallisut (groenlandés) o en lengua danesa. Incluso el internacional inglés es limitado respecto a artículos sobre el lugar.

Todo parece indicar que Groenlandia es una isla verdaderamente aislada. No como el Reino Unido, Singapur, Japón o Nueva Zelanda que son países con un tráfico de personas y de información gigantesco. Groenlandia, con sus 57.564 habitantes para el año 2007, no participa de las lógicas de país industrializado y no tiene tradición como lugar comercial o de conexiones entre pueblos, a excepción de la de aborígenes que transitan indistintamente por los aislados territorios del norte –cuando el hielo lo permite- entre los espacios canadienses y groenlandeses.

Sin embargo, el área parece tener un punto que lo vuelve de amplia notoriedad. De hecho, suele aparecer en diarios y revistas por este problema. El hasta ahora archicomentado cambio climático tiene en esta zona, al parecer, a su víctima predilecta: el hielo. Groenlandia tiene una superficie de 2.166.086 kilómetros cuadrados, con un 81 por ciento de esa extensión cubierto por hielo en sus diferentes formas: nieve, glaciares y permafrost.

Por lo anterior, el territorio de los inuit y esquimales se ve enfrentado a importantes desafíos. Uno de ellos es cómo afrontar la atención mundial sobre qué políticas tomar contra el cambio climático, y cómo amurallar una actividad –que de no controlarse- puede acrecentar el desastre ambiental en el territorio debido a la alteración del frágil ecosistema. Se trata del turismo y su desarrollo debido a las condiciones más benevolentes del clima y al ímpetu de los turistas ajenos a la isla. Estos desean conocer in situ el derretimiento de hielos y el término del ‘mito blanco’ de la isla más grande del mundo.

Por lo anterior, alrededor del globo se está instalando un concepto sobre Groenlandia como destino idóneo para realizar turismo de catástrofe, es decir, efectuar visitas a lugares que han vivido siniestros o tragedias (como en Chile con las excursiones organizadas a la Provincia de Palena durante la erupción del volcán Chaitén y la destrucción de la ciudad homónima) o que experimentan fenómenos similares en un momento determinado. Respecto a eso trata este ensayo: a retratar cómo el cambio climático –y la irrupción de la industria turística en la isla- se vuelve una oportunidad de doble impacto, con bendiciones y maldiciones para la Groenlandia. De cómo será económicamente provechoso para la isla, pero reportando una contraparte nociva para el medio ambiente si es que no se regula adecuadamente.

Las preocupaciones en la región ártica, que incluye a Groenlandia, durante la Segunda Guerra Mundial estaban casi completamente referidas a problemas respecto a soberanía, defensa y explotación de minerales. A comienzos de los años 90, los temas cambiaron. La atención se centró en asuntos como la conservación de la naturaleza, la polución, el monitoreo climático, los derechos aborígenes y el incremento de la actividad turística. Este último, se ha vuelto un aspecto primordial en muchas comunidades árticas y en algunas regiones es visto como una industria clave para el futuro. En estos lugares el afán turístico se ha comprendido como una alternativa a industrias que han decrecido o se han afectado por el cambio climático, como la pesca o la caza. Algunas zonas árticas lo han incluido en sus pautas de progreso, generando una reglamentación en torno a estos temas; es el caso de la Laponia finlandesa y Svalvard en Noruega. Groenlandia va en ese camino, aunque desde el exterior la avalancha de curiosos es creciente, debido a la percepción de la región como un lugar aún indómito y víctima del mal que Al Gore se ha encargado de difundir con el documental ‘An inconvenient truth’.

Este modo de comprender a Groenlandia como destino turístico incluye verla como una región que circunscribe la hostilidad climática y al mismo tiempo su fragilidad. Verla como una zona limpia y casi libre de intervención humana es un importante atractivo. Estudiosos del quehacer turístico señalan que una zona casi libre de población humana da a entender de que existen posibilidades por descubrir en cuanto a disfrute y aventura.[1]

Groenlandia es la isla más grande del mundo y hospeda a la segunda masa de hielo más grande del planeta, sólo antecedida por la Antártica. El cúmulo de nieve y hielo sobre la superficie de Groenlandia tiene 3 kilómetros de profundidad en el centro de la isla, lo que se considera por sobre el nivel del mar. Se espera que el cambio climático caliente las aguas superficiales y aumente las precipitaciones en las latitudes más al norte, lo que provocaría derretimientos de nieve y nulo crecimiento de los glaciares. Groenlandia en este aspecto, especialmente su zona sur, es especialmente vulnerable. La pregunta es ¿cuándo será irreversible?

Si el hielo se derritiera completamente, lo que podría pasar en unos miles de años si es que el calentamiento global no se acelera, podría contribuir entre 6 a 7 metros al nivel de los océanos de todo el mundo. Algunos estudios recientes de los hielos groenlandeses señalan que la zona interior de la isla se mantiene constante, con algunas partes que incluso crecen. Sin embargo, en las costas, en áreas que van hasta los 200 kilómetros desde el borde mar, durante las últimas décadas el derretimiento ha sido muchísimo más acelerado, considerando las elevadas temperaturas veraniegas y la sensibilidad de la masa de hielo ante los vaivenes de distinto tipo que provoca el cambio climático.

En la región costera del sur de Groenlandia y también en el centro de la isla, hay varias estaciones meteorológicas (Nuuk, Aasiaat y Ammassalik) que poseen registros casi ininterrumpidos desde 1950 a la actualidad. En ellas, las temperaturas de verano que son las más relevantes en cuanto al problema que afecta a Groenlandia, muestran un aumento. La zona sur del territorio es especialmente sensible a los cambios climáticos, demostrando que cada vez se acumula menos nieve en algunas zonas adyacentes al macizo central. Los principales afectados o beneficiados: sus habitantes.

De hecho, en pocas partes del mundo el cambio climático afecta de modo tan personal como en Groenlandia. Los habitantes que han vivido siempre en las orillas de la isla, preferentemente en el lado occidental, pescando y cazando por generaciones, han debido habituarse. Su temporada de caza se ha acortado considerablemente debido a que el agua se solidifica, creando verdaderas plataformas, por un periodo de tiempo más corto. Sin embargo, para los agricultores del sur de Groenlandia, el calentamiento ha sido una bendición. Ahora tienen la posibilidad de plantar papas dos veces por año. Antes era posible sólo en una ocasión. Además, ahora consiguen producir vegetales que antes era imposible cultivar.

Las regiones polares, y en este caso Groenlandia, simbolizan las últimas zonas de vida salvaje del planeta, por lo que no sorprende que grandes focos de la investigación turística mundial estén puestos en esta zona del globo. El número de turistas que visitan los territorios del norte se ha incrementado sustancialmente en poco tiempo. Las razones para este aumento de la actividad turística se deben, como primer factor, a la posibilidad y al mejoramiento de accesos y transporte más cómodo. De hecho, hay un incremento en el tráfico de turismo aéreo, especialmente a zonas como Islandia, Groenlandia, Alaska y Rusia. En el caso de Groenlandia, este incremento se debe a la consideración del territorio como un ícono del malévolo cambio climático.

Impactos del turismo

Uno de los aspectos que más complica a Groenlandia es cómo se desarrolla el vínculo entre los turistas y los pueblos aborígenes. Estudios antropológicos de los impactos socio culturales en los visitados, revelan que el constante asedio de turistas provoca una importante afección en los pueblos originarios.

Los inuit, habitantes históricos de Groenlandia, junto con los nacidos en la isla con antepasados principalmente daneses e islandeses, reclaman autogobiernos y la devolución del poder de los territorios gobernados por una potencia extranjera, en este caso Dinamarca. Tener un mayor nivel de decisión sobre su futuro es importante para ellos, particularmente en lo que se refiere al avance y control de la industria turística. A pesar de que muchas poblaciones consideran al turismo como una gran oportunidad, hay otras comunidades que manifiestan desinterés o escepticismo. Esta ausencia de euforia puede indicar que se debe tener precaución con el ingreso del turismo como actividad masiva en Groenlandia.

Un estudio hecho con poblaciones de Nunavut, en Canadá (con un medio ambiente que también muestra vulnerabilidad frente al cambio climático y ante un turismo creciente, especialmente de canadienses del sur) indica que el turismo es considerado como un paso previo al desarrollo, por lo que las actitudes hacia él son generalmente positivas. El pueblo saami en Finlandia ha tomado también al turismo como actividad y se ha unido cordialmente a esta actividad.[2]

Aparentemente el aislamiento geográfico y clima desafiante son factores que atraen a los turistas hacia Groenlandia. Sin embargo, por varias razones, las regiones polares son ambientes frágiles y susceptibles a los cambios por la intervención humana.

Siendo el turismo una actividad económica legítima, y muy ansiada por muchas comunidades, es urgente comenzar a entender la complejidad del turismo en las zonas árticas. Es vital atender aspectos como la protección del patrimonio cultural de los pueblos originales, los espacios transnacionales y el impacto en poblaciones locales. Asimismo, es necesario el cultivo de herramientas que velen por la mantención de reservas naturales y de los ecosistemas propios del lugar.

Sin embargo, la atracción hacia Groenlandia es grande debido a que cuenta con mejores accesos y capacidad hotelera que su contraparte, la Antártica. En ese continente no existen hoteles y llegar, fundamentalmente para los habitantes del hemisferio norte, es aún más complejo que ir a Groenlandia.

La fragilidad del Ártico y su sensibilidad al turismo es aún un tema que se debate. Mucha actividad turística en la zona podría ser considerada como una acción irruptiva y nociva para el lugar. Johnston[3] señala que sin duda los ecosistemas polares son susceptibles a los cambios o degradaciones del turismo excesivo o inapropiado. En este aspecto podríamos considerar a la creciente eliminación de desechos, el mayor tráfico de vehículos y el senderismo por zonas que requieren protección.

A menudo los gobiernos y los operadores turísticos señalan que el turismo chorreará ganancias económicas a las localidades o destinos. Este argumento puede ser particularmente significante en lugares en que las antiguas economías o actividades económicas están muriendo o en localidades en las cuales el turismo se ha vuelto una alternativa económica atractiva o es vista con potencial. Groenlandia es un ejemplo, ya que tiene una industria turística reciente y se planea expandirla para los próximos diez años desde 5.000 a más de 35.000 turistas anuales[4]. Para un país con poco más de 50 mil habitantes es una cifra elevada.

Uno de los impactos que tiene la llegada del turismo a zonas aisladas de Groenlandia es el modo de cómo los turistas se manejan con los locales. Ser turista no es algo que se aprenda con estudios que incluyan atenciones sobre cómo actuar frente a los visitados. El problema es que puede ocurrir que muchas comunidades sean vistas de la misma forma en como se observa la vida salvaje y los paisajes, siendo otro de los aspectos comercializables en un “convive con los inuit, se parte de ellos” o una frase aún más de marketing tal como “disfruta de ocho siniks (sueños en groenlandés) en Groenlandia”. Esto último debido a que algunas comunidades miden distancias, a pesar de que se trata de un concepto temporal. Es decir, apropiación y transculturización. Hall sugiere que el proceso está ocurriendo en Groenlandia y que es un problema de cómo se ve a las comunidades indígenas y cómo son vendidas o promocionadas por la industria turística:

“El peligro es que las poblaciones del norte se vuelvan animales de un zoológico cultural, meros objetos de curiosidad para los aventureros del sur que quieren disfrutar de las tentaciones que ofrecen las revistas de viajes, los cruceros de lujo entre los iceberg y los safaris entre animales polares y osos blancos”. [5]

Por otra parte, existen posibles beneficios para las comunidades groenlandesas a partir del ingreso de la industria turística. Se señala que los beneficios serán un incremento en los puestos de trabajo e ingresos. Sin embargo se argumenta de que hay evidencia para apoyar la idea de que muchos de los recursos realmente no van a las comunidades por si mismas, sino que a los operadores turísticos y a los proveedores de paquetes turísticos.[6] Además, entre los groenlandeses existe un sentimiento de optimismo en torno a la industria del turismo. Sin embargo, este optimismo no es compartido por todos a lo largo de la costa groenlandesa. Se debe tomar una decisión política respecto al futuro de la isla en cuanto a infraestructura y a condiciones para que la industria turística pueda ser lo suficientemente capaz de desarrollarse.

Smith ve que es una necesidad para las comunidades el maximizar los beneficios económicos que se obtienen del turismo, sin que esto represente un quiebre o cambio para su cultura[7]. Por su parte, los políticos groenlandeses prefieren ver el lado más resplandeciente del problema. Como protectorado danés pero con niveles de autonomía crecientes, han decidido cada vez quitar beneficios a Dinamarca por sobre la isla. De hecho, esto les permitirá tomar decisiones en relación al turismo y en cuanto a los vastos minerales y reservas de petróleo que hay bajo la capa de hielo de Groenlandia. Se cree que las reservas corresponden a 100 billones de barriles de petróleo, lo que es casi la mitad de todas las reservas que posee Arabia Saudita. A pesar de que esta industria es un excelente velador del futuro, hay también atención en los beneficios que podría reportar el turismo.

Uunartoq Qeqertoq

Hay varios lugares de Groenlandia que concitan atención de curiosos de todo el mundo debido a los efectos del calentamiento global y su relativo aislamiento de las tradicionales rutas comerciales y aéreas. Sin embargo, hay algunos puntos que se han vuelto emblemáticos al considerar –desde el exterior- a Groenlandia como un destino de turismo de catástrofe. Uno de estos lugares lo consignó en una nota de prensa el periodista Michael McCarthy, de The Independient. El reportero lo señaló así: “El mapa de Groenlandia tendrá que ser vuelto a dibujar”[8]. El asunto es que una nueva isla apareció en la costa, luego de que un enorme trozo de hielo que la conectaba a tierra firma desapareciera. Hasta antes que ocurriera lo anterior, se suponía que se trataba de un mismo trozo de tierra, pero ahora se la puede circundar en barco. El derretimiento del hielo posibilitó que emergiera un imán turístico. Este lugar se convirtió en magneto para cientos de curiosos que lo ven como el futuro hot spot por conocer y destacar en sus bitácoras de viaje.

La nueva isla fue descubierta por el experimentado explorador estadounidense y experto en temas groenlandeses, Dennos Schmitt, quien denominó a la isla como Warming Island (Isla del Calentamiento) que en groenlandés es Uunartoq Qeqertoq. Las fotos satelitales muestran una integra costa este de Groenlandia en 1985, pero haciendo la correlación con una misma imagen del año 2002 y del 2005, el lugar quedó aislado completamente en el verano del año 2005.

Warming Island ya es de atención mundial y muchos quieren visitarla pagando precios desorbitados por conocer un peñón rocoso rodeado por nada más que aguas gélidas. Betchart Expeditions, con sede en el estado de California en Estados Unidos, ofrece viajes hasta el lugar por un costo de 5 mil 745 dólares, sin contar el tramo aéreo hasta Groenlandia. ¿Es turismo de catástrofe o curiosidad científica?

A pesar de esas posibilidades, Groenlandia sigue cautivando a muchos turistas –ávidos de morbo climático y desastre, otros no tanto- que quieren ver manifestaciones del cambio climático por si mismos. Aunque Warming Island ya cautiva con sólo su nombre, el destino más apetecido por los excursionistas es el glaciar del fiordo de Ilulissat, llamado Sermeq Kujalleq, distante de Kangerlussuaq (aeropuerto internacional) a sólo 45 minutos en viaje aéreo. El iceberg es el glaciar que más rápido se retrae en el Hemisferio Norte. Unos pocos años atrás, el fiordo tenía una extensión de 40 kilómetros, pero debido al rápido derretimiento del glacial, el fiordo ya alcanza los 50 kilómetros, siendo el cambio más visible en territorio groenlandés debido al calentamiento global. Esto último llevó a que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, la consignara como Patrimonio Mundial el año 2004.

Durante la década pasada, Serme Kujalleq ha comenzado a adelgazar con rapidez y ha duplicado la cantidad de hielo que descarga sobre la Bahía de Disko, que se conecta con la Bahía de Baffin, vinculándose éste última con el Océano Atlántico. Aunque este adelgazamiento comenzó a finales del siglo XVIII, los cambios son mayores que los que podrían registrarse como resultado de las alteraciones comunes producto del clima normal.

Viajes a Groenlandia: el rol de Air Greenland

Los viajes a Groenlandia pueden ocurrir mediante dos formas: avión o barco. La segunda opción, si bien ha aumento durante el último tiempo, no es la mayoritaria. Para el año 2006 los buques de tipo crucero que llegaron hasta Groenlandia fueron más de 157, y de otros barcos unos 28. Lo anterior sumó sólo ese año un total de 22,051 visitantes, para una población de poco más de 55.000 habitantes y que decrece cada año debido a la inmigración hacia Europa, especialmente a Dinamarca.[9]

El modo aéreo es el más frecuente. Para eso está una única aerolínea, que es Air Greenland, con sede en Nuuk, la capital. Opera rutas internas a más de 66 localidades y brinda viajes internacionales hasta la metrópoli danesa de Copenhague y Baltimore, en Estados Unidos. Da servicios a las comunidades groenlandesas sirviendo como taxi aéreo, en calidad de ambulancia, operaciones de rescate y como operador de vuelos chárter.

Durante el 2005, Air Greenland tenía viajes constantes a 19 localidades, siendo el resto esporádico o en caso requerido. Estos lugares, hoy muchos de ellos de atención turística, son Asita, Alluitsup Paa, Groennedal, Ilulissat, Kangerlussuaq, Kulusuk, Maniitsoq, Nanortakik, Narsaq, Narsarsuaq, Nuuk, Pituffik, Paamiut, Qaanaaq, Qaarsut, Qaqortoq, Sisimiut, Upernavik y Uummannaq. Durante los dos últimos años, existe mayor frecuencia con la capital danesa y con Baltimore, debido a la creciente demanda de turistas.

La accesibilidad a Groenlandia para los habitantes de Estados Unidos se hizo mucho más próxima desde el verano del 2007 cuando Air Greenland inició el primer vuelo sin escalas entre Estados Unidos y Groenlandia, en un viaje de cinco horas desde Baltimore. En el 2008, la aerolínea agendó servicios semanales entre Baltimore/Washington Internacional Airport desde junio hasta agosto, con tarifas para un viaje de ida y regreso comenzando en los 1.265 dólares. Antes de que existiera este servicio, los viajeros debían viajar hasta Nunavut en Canadá para tomar un vuelo mensual o viajar hasta Islandia o Dinamarca.[10]

Actualmente, Air Greenland es la única compañía que opera vuelos entre Dinamarca y los aeropuertos de Kangerlussuaq y Narsarsuaq en Groenlandia durante todo el año. Durante invierno hay cinco viajes semanales, mientras que en verano, debido al considerable aumento del turismo, las conexiones superan los 12 viajes semanales. El incremento de pasajeros ha sido increíble. Desde los 15.000 pasajeros que se transportaban en 1965, el número se ha multiplicado por más de 40. De hecho, el 2007 Air Greenland transportó a más de 403.000 pasajeros.

Debido al aumento de pasajeros, Air Greenland ha iniciado un proceso de expansión que incluye, por ejemplo, la vinculación con un hotel de cinco estrellas que posee facilidades para realizar conferencias, precisamente en punto de mayor atención turística de Groenlandia: el glaciar de Ilulissat. Denominado Hotel Artic, se promociona como el hotel de 4 estrellas con un centro de conferencias de 5 estrellas más al norte del mundo.

No obstante, al entrevistar al Gerente de Relaciones Públicas Corporativas de Air Greenland, Jesper Kunuk Egede[11], éste aclara que la estrategia de Air Greenland no es generar un turismo basado en el slogan de la catástrofe. Ni siquiera es un propósito de las autoridades groenlandesas: “En Air Greenland, en el Branding Greenland Board y en The National Greenland Tourist Board, promovemos principalmente la belleza de Groenlandia y, por supuesto, nuestro hielo. Aunque el hielo se está derritiendo, aún queda mucho por ver de esa maravilla. Hemos decidido no promover a Groenlandia como un destino de catástrofe con slogans del tipo “Véalo antes de que sea demasiado tarde”. Vemos a Groenlandia como una experiencia natural y cultural única para los visitantes, uno de los pocos lugares donde puedes vivir la experiencia de la cultura Inuit. Entonces el foco no está en el tema del derretimiento del hielo, como ocurre con otras áreas de catástrofe en el mundo. No queremos levantar la sensación de que ‘éste es el último año’. Nos focalizamos en las posibilidades y experiencias que se pueden tener en Groenlandia mucho más allá del quiebre de los hielos”, explica Jesper Kunuk Egede.

Al imaginar un número creciente de aviones cruzando el territorio groenlandés y la ruta que une a la isla con Europa, se puede pensar que la emisión de gases de las aeronaves puede incrementar el problema climático en el territorio. Ante eso, el representante de Air Greenland explica que “no podemos pensar que estamos haciendo las cosas aún peor con la incorporación de más vuelos. Creo que se deben ver las cosas en una perspectiva más amplia. El calentamiento de los polos no es el resultado de las acciones de las personas que están viviendo en los polos, pero sí el resultado de lo que hacen las personas que viven en los países industrializados. Estoy seguro de que hay más vuelos saliendo y entrando a Heathrow (principal aeropuerto del Reino Unido) en un día, que los que salen y entran a Groenlandia en todo un año”, asevera.

Asimismo, es enfático al decir que no se están planeando nuevas incursiones con rutas a otras zonas, como la que unía a Groenlandia con Estados Unidos a través de Baltimore. “Hicimos una ruta a Baltimore hace algún tiempo pero no con tan buenos resultados”, señala. Lo que podríamos hacer es considerar una ruta con un pequeño avión entre Iqaluit, en Canadá, y Groenlandia, pero aún no está confirmado. No esperamos convertir a Air Greenland en un concentrador del tráfico de pasajeros”, explica.

Al leer la versión de este representante de Air Greenland, primera fuente en cuanto a la efectiva política de la aerolínea respecto a los planes turísticos que puedan influir a Groenlandia, y contrastarlo con el bullicio mediático y la exacerbada crudeza con que se promociona el turismo de catástrofe en la isla, no hay coincidencia. O es que la isla está verdaderamente muy retirada, o la idea de “velo antes de que sea demasiado tarde” no nació precisamente en el territorio. Tanto las oficinas de turismo groenlandesas, como Air Greenland; se han dado cuenta que un aumento del turismo puede ser provechoso para el país, pero carecer de una regulación efectiva y un adecuado control de los métodos como se realice, puede ser aún más perjudicial.

El aumento del nivel del mar producto del hielo que puede derretirse en Groenlandia no deja de preocupar a la comunidad internacional. Sin embargo, para muchos parece ser una alarma que suena constante y ante la cual los oídos se acostumbraron a su frecuencia. El problema está ahí. El hielo aún existe. Si bien sus propietarios, los groenlandeses, tienen una amplia gama de posibilidades para ofrecer en cuanto a planes turísticos para conocer las bellezas del lugar. La verdadera ambición discursiva sobre un turismo de catástrofe en Groenlandia proviene de parte de operadores turísticos externos. Algo sí es cierto: los beneficios y las desventajas van de la mano, y para que los perjuicios no ganen se deben desarrollar planes que protejan y desarrollen no sólo al glaciar del pueblo de Ilulissat, sino que a toda Groenlandia y su gente.




Referencias

Bronsted, H. “Tourism activities in Greenland”. En C. Kempf and L. Girard (eds) Tourism in Polar Regions. Proceedings of the symposium, Colmar, France, April 21-23. 1992.

Chylek, Petr. “Global Warming and the Greenland Ice Sheet”. Climatic Change. Kluwer Academic Publishers. The Netherlands. 2004.

Duarte, Carlos M. “Impactos del calentamiento global entre los ecosistemas polares”. British Anctartic Survey. Consejo Nacional de Investigaciones Medioambientales. Cambridge, Reino Unido. Fundación BBVA, 2007.

Johnston, M.E. “The WWF initiative to develop guidelines and codes of conduct of Arctic tourism”. Polar Record 33, 151-3. 1995.

Mason, Peter. “Tourism Codes of Conduct in the Arctic and Sub-Arctic region”. Department of Management systems. Massey University. Journal of sustainable Tourism. New Zealand. 1997.

Hall, S. “The Fourth World: The Arctic and its Heritage”. London. Hodder & Stoughton.

Johnston, M.E “Patterns and issues in Arctic and sub-Arctic tourism”. In C.M Hall and M.E Johnston (eds) Polar Tourism: tourism in the arctic and antarctic regions (pp.27-42). Chichester. John Wiley and Sons. 1995

McCarthy, Michael. “An island made by global warming”. Edición de The Independient del 24 de abril de 1997. http://www.gcc.ntu.edu.tw/chinese/InforNew/informantions/4-impact/glacier/greenland2.pdf

Rahmstorf, Stefan. “Risk of sea-change in the Atlantic”. En http://www.nature.com/nature/journal/v388/n6645/full/388825a0.html

Smith, V. (1989) Eskimo tourism: micro models and marginal men. En V. Smith (ed) Hosts and guests: the anthropology of tourism (2nd edn) (pp.55-82). Philadelphia, University of Pennsylvania Press.

Stewart. E.J. “A Review of Tourism Research in the Polar Regions”. Traducción de Nicole Giguére.

Todras-Whitehill, Ethan. “As Ice recedes, interest surges”. Artículo publicado en The New York Times el 9 de diciembre de 2007. http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=9A03E4D7153FF93AA35751C1A9619C8B63

Greenland Port Statistics for 2006. Greenland Tourism & Business Council, 2006 Annual Report.

http://www.crrc.unh.edu/workshops/arctic_spill_summit/presentations/snyder.pdf

http://www.solociencia.com/ecologia/08032401.htm

http://www.russiatoday.com/Top_News/2008-12-20/Global_warming_hits_Greenland:_disaster_or_profit%3F.html



2 comments:

Anonymous said...

Muy buen post, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)

Anonymous said...

Buen articulo, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)