Subjetividad en crisis
Por Fernando Olmos Galleguillos
E
n términos generales, la sociedad en que vivimos es débil en su comprensión de si misma. Es carente de un desarrollo mayor en las subjetividades, y no sólo a nivel social, sino también individual. Como dice Norbert Lechner, en su obra Las sombras del mañana: la dimensión subjetiva de la política, “la subjetividad importa. No sabemos cuánto ni como, pero la vida nos enseña que ella es tan real y relevante como las exigencias de la modernización socio-económica”(1).
La sociedad actual vive en letargo de pensamiento precedido por el caos social. El caos histórico que afecta a Chile por sus últimas tres décadas, mezclado con el individualismo y la segregación de muchos factores llegados recientemente a las entrañas de la identidad local, especialmente en Chile, tienen al país como una sociedad con bajo o casi carente desarrollo de su dimensión política . Lechner y Garretón tratan de demostrar este tema, pero sus esfuerzos van más allá de la comprensión de la realidad como un todo, sino más bien la comprenden como una perspectiva, la cual puede incluso estar formada por los temores propios de los individuos.
Es necesaria la reflexión sobre la política, y mucho más aún, de las políticas que nos afectan a cada uno en el lugar en que vivimos. De cómo se maneja, cómo se mueve y cómo la comprendemos desde nuestros deseos más profundos de subjetividad. Aquella reflexión que crea, ordena, desea y propone dentro de cada uno, un nuevo orden a lo político y, en síntesis, a la vida. Según Norbert Lechner, la subjetividad ayuda a crear la política, alimentándola y eliminando lentamente su “conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado”(2).
Se teoriza que la carencia de subjetividad que tienen las sociedades actuales se debe a la invasión de elementos culturales extranjeros o no propios. De formas de ver el mundo que no pertenecen a la conciencia local, por lo tanto, no permiten un real acercamiento a los temas de importancia. La llegada de la globalización como elemento de distorsión, provocó la hibridación y testimonio confuso de la propia realidad.
A la globalización es posible definirla como la mundialización de las estrategias que poseen diferentes grupos con poder, que tienen injerencia en distintos sectores (3), pero más allá de eso, la globalización ha entrado en la sociedad a exacerbar la dimensión simbólico-expresiva (propia de cada pueblo), reemplazando las orientaciones colectivas de tipo político por el refugio identitario, y la lógica permanente testimonial(4), es decir, se redefinen los pasos a seguir para buscar soluciones y entender el mundo, pero con la incertidumbre de si son correctos y útiles; y peor aún, con el miedo incorporado al pensar común.
El manejo eficiente y sano de nuestros miedos, de nuestras vivencias y de nuestras concepciones del “nosotros” se entrelazan para conformar, junto con los demás miedos y consultas de los por qué de la sociedad, la subjetividad social y la política. Entonces, una sociedad que no tiene identidad, y por lo mismo carencia de elementos comunes para usar como información inteligible, no conversa entre si sobre el sentido que puede tener la convivencia actual y futura.(5), y entonces, deja a la política sin ser tal, no la crea y no la desarrolla. La política necesita esa conformación, pues sino queda relegada por el sólo deseo de los ciudadanos de identificarse como tales y con la gestión eficiente de los negocios de cada día.
El sistema político está en crisis si no existe aquella subjetividad. La subjetividad crea, construye y vuelve más poderosa a la política, porque mezcla sus fundamentos. Por un lado, al pensar muchos en torno a un mismo plan como articulador eficiente y correcto de las necesidades y programas, se legitima el orden, se ostenta poder y se inicia el conflicto con los que no tienen la misma subjetividad. Por lo mismo ya mencionado, es decir, la ausencia de pensamiento crítico-subjetivo en las personas, la política actual está carente de la posibilidad de ver y escuchar a los ciudadanos. Sólo es un vehículo para solucionar problemas, pero no un camino orientador del pensar crítico sobre si mismo, y mucho menos, sobre el rumbo de la identidad personal de cada miembro del grupo social.
En palabras de Mar de Fontcuberta, es “importante conocer la propia identidad, ya que es una condición necesaria para vivir en un mundo que suele confundir demasiado a menudo la identidad con la apariencia”6. El conflicto que nace de la identidad y la eliminación de la rica actividad subjetiva, o mejor dicho, la desverbalización de la misma, tiene consecuencias graves. Mezclando la idea anterior con lo expresado por Lechner, se toca un umbral doloroso e incluso apocalíptico. El mismo Lechner dice que “no se ha hecho suficiente hincapié en un rasgo de la sociedad chilena actual que –y no sólo en la chilena-, no obstante, podría tener consecuencias graves. Néstor Lechner se refiere a cierto bloqueo de los sueños”(7). Con esto, se hace cada vez más complejo organizar día a día la propia vida y generar sentido armonizador de la realidad, quedando en manos de unos pocos el entregar el poder ciudadano y, desde cierto punto, hacer gobernar a ciertos personajes que pensarán por los demás la subjetividades. Es como si la actividad política consistiera en alquilar a alguien para que sueñe por uno. Antes, el imaginar y crear la vida social era complejo y todo se trastocaba con facilidad, en cambio hoy, más bien las cosas funcionan con relativa eficiencia pero no logramos “pensar” su ordenamiento (8) de manera lógica.
El no pensar en lo central o realmente importante ha sido estudiado también por otros autores. Michael Kunczik, en su obra Media giants. Ownership concentration and globalization, menciona, a modo de ironía: “Probablemente hay más personas en el mundo que conocen a Michael Jackson y Rambo, que los que saben quién es el Presidente de los Estados Unidos o el que lidera su propio país” (9). Esta relativa desviación del pensamiento científico, metódico y centrado en las cosas que afectan a si mismo evita el expansionismo, y es al mismo tiempo, legitimador ciego del poder de otros, creando las bases para que los pueblos, incluido Chile, se corporativicen pero sin mayor referencia de sus intereses particulares a un contexto o proyecto nacional (10), políticamente bien pensado.
A la sociedad actual le cuesta proyectar. Mucho más imaginar el futuro. Lechner piensa que si se imaginan diferentes futuros, incluso en un aspecto casi soñador, se pueda mejorar el presente. Aquí se inicia el primer intento de Lechner de demostrar que la política debe ser sustentada en base a las subjetividades. “Sería natural que sobreviva sólo aquel sistema capaz de la mejor adaptación al contexto” (11), lo que no significa que el sistema se autocreará, por lo tanto, aquella lucha de adaptación sólo se sustenta en débiles derroteros de pensamiento. Norbert Lechner dice que la subjetividad y la acción social, la causalidad y el progreso, dejan de ser referentes firmes e indiscutibles de la reflexión (12) durante el siglo veinte. Ya no son sólo el individuo y la sociedad aquellas unidades constructoras -o básicas- que dan identidad y así, determinan funcionalmente el contexto social en que se deben desenvolver los pensares y subjetividades. El ingreso de la ya mencionada globalización y tecnología, han, en parte, propiciado este giro de lo que se tenía entendido como supuesto del orden político y constituyente de la estrategia de poder.
Los cambios en la forma de vivir la vida y en la elaboración teórica pensante han sido demasiado rápidos durante el último siglo. Los códigos mentales sobre los cuales se estructuraba todo, están confusos y resultan complejos y disparatados. No tenemos los códigos, ya sea porque no los hemos sabido capturar o no nos los han dado, para descifrar las transformaciones políticas, económicas, culturales y personales. No se tiene el lenguaje necesario, y todo sigue cambiando, dejando a la gente sin tiempo para procesar los cambios. Las certezas establecidas fueron removidas, e iniciar procesos subjetivos sin una base de identificación sobre quiénes somos y por qué somos es más complejo de lo que parece.
En parte, el ser social actual se percata de su complejo momento. El temor está presente durante casi todo proceso de pensamiento, pero como piensa Norbert Lechner; esto puede no quedarse estancado en ese estadio, sino más bien que los temores se transformen en propósitos, en ser productivos al traducir las carencias en subjetividades que deben ser comunicadas para que el actuar político las recoja y lleve a una etapa de realización.
En Las sombras del mañana, Robert Lechner realiza, en la última parte del libro, un debate sobre el Chile actual que no sabe cómo reconstruirse a si mismo. La propia historia ha posicionado a Chile en la ruta de la confusión, dejando la política desprovista de pensadores que la creen acorde a los tiempos. El caso de Chile, hace pensar que la debilidad del vínculo social (entre los individuos), podría ser producto del cambio cultural. En efecto, ha tenido lugar un proceso acelerado de cambios tanto en las experiencias prácticas de convivir, como en los imaginarios de dicha convivencia. (13). Por esto, queda en evidencia un problema creciente en Chile: el desconocimiento del “nosotros” chileno, vale decir, la identidad propia de los que forman parte de esta tierra.
Lechner culpa, en parte, de los daños a este conocimiento del “nosotros” chileno, a la globalización, a los procesos de individualización de las actividades y de los sentimientos, de la sólida sociedad de mercado que impera en el país con un consumo elevadísimo, sumado a eso la influencia de la comunicación social. Esta suma de factores, que han llegado rápido a la conciencia social, provocó una trizadura en la comprensión de dónde venimos, quiénes somos y por qué vivimos tal cual nos vemos.
Toda sociedad se reconoce a sí misma por medio de un imaginario social (14). En el caso de Chile, la precaria experiencia de sociedad, estaría asociada a un débil imaginario del “nosotros”, así como la fragilidad del imaginario democrático (15). No sabemos cómo es nuestra democracia, la mayoría la desconoce y así no la puede criticar. Es una paradoja legal y a la vez que se legitima sin razón. El ponerse “la camiseta de lo chileno” no es chilenidad; debería ir más allá y conocernos a nosotros mismos.
De la lucha entre el hacer política en base a las subjetividades, y que la política nos de una mano para ir renovando a las mismas, nace la clave para sentirse realmente parte del todo social. De crear memoria común, imaginarios, de pensares; y reformular, en parte, el pasado, depende la democracia y su real efectividad. Si nos quedamos sentados esperando que otros nos hagan los pensamientos e imaginen nuestras carencias, permitimos la dictadura democrática, y con ello, el uso de disfraces para tener poder. Mentira y democracia no van de la mano, más bien se niegan y, lo que es peor, se destruyen.
Bibliografía
(1) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 43.
(2) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 8.
(3) Miguel de Bustos, Juan Carlos. “Los grupos multimedia”. Bosch Comunicación. Barcelona, 1993. Página 126.
(4) Garretón M, Manuel Antonio. “La sociedad en que vivi(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2000. Página 118.
(5) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 13.
(6) Mar de Fontcuberta, “La identidad regional de los medios”, Revista Cuadernos de Información, Pontificia Universidad Católica de Chile, n°12, 1997, Pág. 45.
(7) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 76.
(8) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 93.
(9) Kunczik, Michael. “Media giants. Ownership concentration and globalization”. (Ejemplar biblioteca de Periodismo Universidad de Santiago de Chile), página 30.
(10) Garretón M, Manuel Antonio. “La sociedad en que vivi(re)mos. Introducción sociológica al cambio de siglo. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2000. Página 175.
(11) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 19.
(12) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 18.
(13) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 99.
(14) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 114.
(15) Lechner, Norbert. “Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política”. Lom Ediciones. Santiago de Chile, 2002. Página 114.
Saturday, May 06, 2006
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