Al estar sentado en esa banca, no pude evitar a todos los que me rodeaban: el adolescente rabioso con música ligera, al frenético ejecutivo que corre sin necesaria prisa, al flemático adulto mayor y a la pretenciosa y a veces fácil señorita de veinte años. Todos tienen esos puntos de convergencia y discrepancia que me parecen ricos y sabrosos. Tienen ese delirio del apocope y de humildad, que mas que nacido por instinto es un disfraz. Se repiten las botas en las mujeres, los bolsos en los varones y hasta las gafas entre ambos –reconozcamos que la fauna está cada día más ambigua- pero ninguno repite la forma de sus dudas.
¡Qué gran punto el de las dudas¡ esas que son perversas, las que te hacen picar los ojos, y si las sacas del globo dejan resentida la superficie. Están esas otras con intermitencia, que deambulan con el engaño de portar novedad, pero son viejas, insulsas, vagas, ácidas y tóxicas como un dolor de pérdida. Las peores dudas son las de amor... ¿es para mi? ¿Durará lo suficiente? ¿Cuánto es suficiente? ¿Quién da más’ y si es el otro que entrega en demasía... ¿sé recibir mostrando real agradecimiento?
Decir un facial purificante sería un paso importante para borrar esas dudas y mandar las restantes al más lejano de los países o isla del sur de Chile, pero dentro de toda sociedad económica hay que practicar la tolerancia, la oportunidad y el inocuo, y a veces vulgar, sentido de la pertenencia cultural.
Vivimos de besos, iras, prendas, mapas, direcciones, tiempos y hasta malabares. Si es así, ¿por qué no actuamos con más beneplácito ante nuestras interrogantes? Y peor, o mejor, no sé... ¿por qué no vivimos en armonía y cordialidad con nuestras dudas por si se vuelven grandes creaciones? Es decir, Tomás Alba Edison debe haber dudado, Rainiero de Mónaco de seguro estuvo con grandes miedos al decidir esposarse con una actriz, extranjera y sin aires reales, o el parapléjico inconsecuente de George Bush que, a pesar de su impensado actuar, debe haber dudado antes de iniciar la guerra en Irak. Yo dudo, tú dudas, él duda, nosotros dudamos... ¡Vamos! La vida es en sí un mero cuestionamiento permanente.
Por más que sumo, resto o divido no llego a cuocientes perfectos. Por más que busco respuestas para mis “qué se yo” y mis “quizases” la duda sigue latente… lo inteligente es comprender que aunque la bota parezca de esquimal, huela a pie de esquimal y esté disponible bajo un rótulo que dice BOTA ESQUIMAL, tú no eres de la nieve. Ni por que vayas a la nieve o la nieve se acerque a tilo serás, es uno de aquellos actos per se... Son tus dudas, tu las comes, las acomodas en tu almohada y viven siempre junto a ti, es decir, mejor decóralas, vístelas y calzadlas con lujo, posiblemente piensen en que ya no las detestas y así decidan dejarte para atacar a otro ciudadano dudoso que entre a Orange Blue con el deseo de encontrar algo, pero que terminará, por sus dudas, fijándose en la dudosa, triste y fragante bota esquimal.
Sunday, May 07, 2006
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